EL DIARIO DE UN LOCO CON UNA VIDA ALQUILADA: BODA ANIMAL #1

23 Jul

Imagen

Me despertó un rayo de sol que se posó de golpe sobre mí. No era el primer rayo de luz de la mañana, seguramente los dedos del sol llevarían horas acariciando mi rostro, hasta que abrí mis ojos. Lo primero que vi fue la ventana abierta, la cortina bailando al son de la brisa fría y salada que se abría paso a la habitación, y a lo lejos una joven vestida de gala en la ventana del bloque de enfrente. A esta distancia y con mis ojos adaptándose a la luz no podía verla con claridad, pero juraría que me estaba mirando. Entonces preocupado miré mi cuerpo, conozco demasiado bien mi costumbre de echarme sobre el lecho sin tejido alguno sobre mi piel. Al observarme me vi trajeado, y tuve conciencia de dónde estaba y cómo había terminado tumbado arrugando un traje de Carolina Herrera sobre la cama de un hotel.

Todo había empezado hace meses cuando me despojé de la capa del murciélago. Abandoné el héroe igual que Lobezno sus garras y las heroínas sin nombre siguieron sin título y olvidadas. ¿Mi nombre? Me llaman Charlie, Peter… hicieron alusión a mi en la última película de Spiderman… “¡Pedro el ratón de 3 patas!”

Chistes aparte, en aquella habitación de hotel me sentí un ratón atrapado en una situación que debí ver la venir y estúpido de mi, allí estaba vestido, tumbado, resacoso, lejos de casa y sobre una cama que no era la mía.

Entregado a mis ganas de aventura y de capturar atardeceres, invité a Hyundina un día cualquiera sin pretexto alguno a salir de viaje conmigo. Nos alzamos sobre la carretera y con el Indie-Rock más puro nos adentramos en el corazón de Andalucía. Decidimos perdernos en alguna ciudad de costa, en alguna de sus playas, esperando en algún momento atrapar con Canonina alguna puesta de sol.

Ahora, con la cortina tapando la ventana por completo y desnudándome borracho ante el enorme espejo del espacioso baño del hotel, me cuesta recordar cómo todo empezó. Recuerdo que la conocí en la playa. Sólo sé que aquella muchacha sonriente y pija, en algún momento, por alguna razón me propuso acompañarla a una boda y yo dije que sí. Acto seguido, recuerdo estar en un centro comercial buscando un traje, pensando para mi mismo qué coño estaba haciendo… y contestándome: “¡Una locura!” y no me importaba. Y allí estaba haciendo una de las cosas que más odiaba; ir de tiendas. Inseguro, nervioso, inquieto e incomprensiblemente con ganas de hacerlo.

Me viene a la memoria que cerca había una pareja dando vueltas mirando de todo. Ella como todas las mujeres en una tienda, mirando todas las perchas, ropas de todo género y talla, explorándolo todo como un macho felino meando sobre su territorio. El pobre chaval con cara de pocos amigos, con los labios secos, serio y con cara de quien estaba siendo torturado, esperaba ya sin esperanzas, a la hora en que por fin saldrían del centro comercial. Así que cuando se acercó la dependienta a preguntar si les podía ayudar en algo, al chaval le salió del alma contestar: “¡Si me podría usted disparar, por favor!” Su pareja le miro indignada, la dependienta se fue y yo me tuve que tragar a duras penas mi carcajada. Mientras la pareja discutía, bueno ella hablaba y él callaba, yo me solidaricé con el pobre chaval y puse cara de quien estaba allí sin ganas y por obligación. Un chaval sensato por cierto, porque a pesar de que ella le decía que él no estaba allí por obligación y un sinfín de argumentos, él sabía que lo estaba, y no se adentro en una batalla perdida desde que ella le echó la primera mirada de indignación.

Con la ayuda de la dependienta elegí un traje de tela fina y suave, digno de los días calurosos de verano, Carolina Herrera. Al pagar lo primero que pensé fue: “¿Quién coño es esa mujer para hacer trajes tan caros?” El traje estaba bien, me sentaba como un guante, pero para lo que valía bien que podría su tela, o su costura o algo, masturbarme al ponerlo para justificar el precio. Al abandonar el centro comercial, pensé que todo era un error. La invitación, el aceptarla, el traje… No podía ir a una boda sin conocer a nadie. No soy tan conservador y no sé guardar las formas de manera tan pulcra como para pasar desapercibido en medio de tanta gente pija. Y las dudas entre ir o no ir siguieron aflorando mientras definía mi barba de dos días. Después de estar trajeado y perfumado llegué a la conclusión definitiva de que era un error, pero era demasiado tarde para dar media y vuelta y más cuando sonó el móvil con el mensaje que me decía que tenía que bajar, que a las damas no se les hace esperar.

Recuerdo que nos dijeron que la ceremonia fue espectacular, preciosa con sopranos, pianos, flores, velas, pétalos de rosas por el suelo, la iglesia estaba perfumada y no olía a cera. Nosotros no la asistimos. Estábamos sentados en el capó de su descapotable, oliendo a tabaco y a mar. Ella fumaba despacio y pausado, yo podía sentir el olor del tabaco mezclado con lo salado del mar.

2 respuestas to “EL DIARIO DE UN LOCO CON UNA VIDA ALQUILADA: BODA ANIMAL #1”

  1. Defania isabel 31 julio, 2012 a 23:27 #

    oii mano é a minha 1ª vez aqui esta espectacular.
    isso do casamento continua
    estou a espera da 2ª parte kiss kiss doooeii

Trackbacks/Pingbacks

  1. Boda animal. Segunda saga del diario de un loco con una vida alquilada - 7 febrero, 2013

    […] Boda animal. Segunda saga del diario de un loco con una vida alquilada […]

Deja un comentario